Música

domingo, 13 de septiembre de 2020

En mis sueños

 En mis sueños

 

Otra vez te apareciste en mis sueños, semidesnuda y mirándome fijamente. Sonriendo con algo de complicidad y pidiéndome que me quede quieto, sin moverme.

 Justo como siempre te gusta aparecerte.

 Transformando ese momento en un espacio del cual no quiero escapar. Me pides que me quede, que te mire, solo que te toque cuando tú quieras dejarme tocar.

 Justo como siempre te ha gustado controlarme.

 Y queremos que este sueño se convierta en realidad, me pides que no despierte. Cubres todas las ventanas y tapas mis ojos para que jamás los vuelva a abrir.

Solo me basta con tu voz, con tu respiración, sé que eres tú. Siento tu silueta en mis manos, justo como quieres que te sienta.

 Y me dices al oído que quieres quedarte en este sueño…

 No, no me dices nada y tú no quieres nada. Ha sido solo mi mente y mi obsesión por tenerte. Nunca entrarás por esa puerta y nunca me sonreirás frente a la cama.

Nunca te enterarás que en mis noches de descanso mi cerebro juega a la fantasía y utiliza mis recuerdos de ti, tus ojos, tus labios, tu voz, tu pelo, tu respiración, tu figura, tus susurros, todo de ti para hacerme creer que vienes hacia mí.

Pero es justo lo que nunca harás.

Todo lo ha inventado mi cerebro, pero ya no puedo olvidarlo.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Carta...

He abierto este papel y he tomado este lápiz para escribirte; necesito desahogar los nudos de mis sentimientos y escupir los resentimientos que me hacen odiar cada trozo de la imperfecta perfección de eso que tú tan dulcemente llamas “amor”.

No eres del todo culpable, pero tu insistente constancia por aprisionarme en sólo tus colores, te hace responsable de cada palabra que escupo en contra de la desdichada felicidad de amar.

Tus cualidades no han sabido mentirme, no han podido engañarme, y desfilan para mí cada vez que intento odiarte. Cada vez que quiero odiarte por enseñarme a odiar, cada vez termino amando los detalles de tu boca…

Es imposible desear tu desdicha. Es imposible querer verte sumida en la peor de las depresiones, llorando cada recuerdo mío y envuelta en tu propia soledad. Tragándote tus propios perfumes, despreciando las palabras tuyas que me dijeron “no”. Es imposible.

Deseo en verdad, que este papel fuera tu piel, y mis manos fueran este lápiz escribiendo sobre ti los versos agónicos que noche a noche te piensan. Deseo que me escuches: tus razones arrójalas al vacío, olvídate de pensar y empieza a sentir; olvídate de mirar y empieza a amar.


Es irónico, odio al amor, porque me ha enseñado lo que es la soledad, las penas y la desdicha. Pero deseo que me ames, para poder olvidar esa soledad y darte felicidad.

viernes, 2 de mayo de 2014

Recordar juntos.

…Esas palabras que inevitablemente me hacen recordarte, ¿a ti…? No, a ti no, si no a tu forma de amar, a lo que había justo en medio de nosotros dos…

Entonces me pongo a pensar en que irremediablemente te querré ver volver, y me convenzo de que tú también querrás volver, después de todo no supimos terminar lo que no sabíamos cómo comenzar:

He estado esperando tu visita,
Volver a verte a ti, a tus ojos, a tu risa. 
Sentir el placer de mirarte simplemente bella.

Tan perfecta en cada uno de tus detalles,
Estando ahí de pie pidiéndome amarte.

He estado esperando tu visita,
Poder recordar juntos cómo nos besábamos,
Cómo interrumpíamos el tiempo,
Y ahogábamos nuestra sed de deseo.

Sé que vienes por todo eso,
Sé que vienes sólo por esta noche,
Sé que no será nada más que un recuerdo,
Pero será el mejor de todos. 

Estaba esperando tu visita…

Pondré la música que te hacía volar,
Beberemos un trago y…

Y entonces recordaremos juntos lo que nunca querremos olvidar.

miércoles, 5 de marzo de 2014

CANCIÓN: Hoy tus besos me saben a piel

Hoy tus besos me saben a piel,
Porque tu cuerpo se entrega al cien por ciento,
Tu cuerpo predica el sentimiento,
Que late dentro de tus latidos,
Y es que yo quiero quedarme contigo.

Hoy el aroma de tus cigarros,
Invade mi cuerpo, mi ropa, todo el vecindario;
Y es que recorrí cada detalle,
De tu figura, tu sombra, besándote en las calles.

Hoy tus manos están hechas de vino,
Porque saben cómo quedarse conmigo;
Embriagarme, desorbitarme con cada recorrido,
¡Estoy perdido, sin metas ni destino!

[Coro]
Y es que no quiero sólo besarte,
También morderte hasta devorarte,
Y es que no quiero sólo mirarte,
Tu silueta tocarte hasta enamorarte.

Y es que no quiero sólo besarte,
También morderte hasta devorarte,
Y es que no quiero sólo mirar,
Tu silueta tocar hasta enamorarte.

Hoy lo deseo como un hecho,
Poder estar entre tus pechos,
Volar con tu mente hasta mis sueños,
Y así de repente ser yo tu dueño.

Hoy lo exijo y lo admito,
Quiero saltar de un precipicio,
Con todo tu pelo como paracaídas,
Ven, vamos a vivir una nueva vida.

Quiero escuchar de tus palabras,
Que me quieres, me deseas y también que me amas,
Quiero saber con tu mirada,
Que después de esta noche ya no importa nada.

[Coro]
Y es que no quiero sólo besarte,
También morderte hasta devorarte,
Y es que no quiero sólo mirar,
Tu silueta tocarte hasta enamorarte.

Te estoy mirando y a la vez pensando,
Que ya no pienso, que estoy sólo respirando,
Tu boca mi hipnotizó por completo,
Su sabor me hace arrancarme de este infierno.

Y aunque el calor incite a la calentura,
Y mis manos rasguñen toda tu figura,
Tus mordidas hacen latir al corazón,
Y de tus gemidos nacen los versos de esta canción.

[Coro]
Y es que no quiero sólo besarte,
También morderte hasta devorarte,
Y es que no quiero sólo mirarte,
Tu silueta tocarte hasta enamorarte.

Y es que no quiero sólo besarte,
También morderte hasta devorarte,
Y es que no quiero sólo mirar,
Tu silueta tocar hasta enamorarte.

domingo, 19 de enero de 2014

Esa tonta ilusión

ESA TONTA ILUSIÓN
Por Hoskar Silva.

I

   El Sol se escondía, dejando una tenue luz de atardecer. La extensa jornada de estudio universitario había terminado por fin. Ella caminaba segura junto a sus amigas por los pasillos del recinto; su pelo largo y oscuro se movía al compás de sus pasos; su piel blanca se oscurecía de forma precisa ante los pocos rayos de Sol que se filtraban entre los edificios. Sonreía mientras comentaba con sus amigas lo que haría el fin de semana que se avecinaba. Sonreía sin darse cuenta que era observada.

   Él, sentado en una banca ya se había dado cuenta que pasaba por ese lugar cada día, y era posible verla ese día a esa ora precisamente. La observaba con especial atención y sonreía. Para él era una perfecta obra de arte; un ángel que se la había permitido vagar por esta tierra para enseñarle su belleza. Su vista estaba fija, no escuchaba lo que sus amigos le decían y tampoco pensaba nada más que no se tratara de ella. Su corazón parecía acelerarse y algo en él no funcionaba; dentro de un instante paralizado podía mirarla en su inmensa belleza y se deleitaba sin entender como sus amigos babosos por las otras mujeres que pasaban ignoraban a aquella que hace unas semanas le había robado el corazón.

    La primavera comenzaba y el ambiente estaba plagado de amor. Pero para él hablar de amor le parecía muy precipitado; además de que ya a sus adultos veintidós años, pensar en estas cosas era volver a la pubertad cuando las hormonas superaban a la razón y entorpecían sus actos. Pero si no era amor, ¿Qué sería?, se preguntaba; seguramente lo más parecido a ello.

   Su silueta se había perdido entre los cientos de estudiantes que a esa hora salían del recinto. Dio un agotado suspiro y de un solo movimiento se puso de pie comenzándose a despedir de sus compañeros y amigos. Caminó solo hacia la salida y emprendió el camino de regreso a casa. Tras recorrer un par de cuadras a pie vio que frente a él y en el sentido contrario venía caminando a paso apresurado ella; no pudo evitar detener su andar para ver como pasaría a su lado sin notar que allí estaba. Allí venía, con su mirada fija al frente; mirada que permitía a sus ojos enseñar todo su esplendor. Unas pestañas perfectamente encrespadas cuidaban de unos ojos brillantes y almendrados, levemente delineados tornaron hacia los suyos y cruzaron miradas. – "Hola" – dijo ella sonriente mientras pasaba a su lado, dejándolo completamente sin palabras. – “hola” – balbuceó nerviosamente él mientras la muchacha se alejaba a prisa. Una alegría invadió su cuerpo y mente, lo había reconocido, no era “uno más”.

   Alegre llegó a su casa preparado para descansar; no quería esperar, deseaba que ya fuera mañana para volver a verla y escuchar esa dulce voz lanzando un “hola” a su esperanzado corazón. 

   Despertó más temprano de lo habitual y antes del tiempo acostumbrado ya estaba listo y preparado para comenzar su día universitario. Algo lo impulsaba a llegar temprano, a terminar lo más pronto sus clases y esperar a que pasara ella. No lo quería aceptar pero algo más que una simple atracción era lo que esa mujer provocaba en él. Aquel “hola” había terminado de encender en él la llama que le daría fuerzas para hablarle y quizás tratar de conquistarla.

   El día entero fue desesperante, sólo un minuto antes del término de la última clase pudo relajarse. Se dirigió hacia la banca de donde la vería pasar mientras esperaba la salida de algunos de sus amigos. Se sentó cómodamente con la mirada atenta hacia el fondo del pasillo, por donde comenzaba a salir el grupo de mujeres que estaban en la misma clase que ella. Después de ver pasar unas cuantas, ninguna más atractiva que la que esperaba; acompañada igual que siempre de sus amigas se dejó ver ella. La miraba fijamente esperando que sus miradas se cruzaran para sin vacilar sonreírle y saludarla.

   Uno de sus amigos le golpeó el hombro y le saludó distrayéndolo por un instante de su amada. Volvió rápidamente la mirada y ella continuaba allí, caminando sin dirigirle la mirada, paso continuo sin detenerse hasta perderse nuevamente entre los estudiantes que salían. ¿Qué había pasado?, una desilusión invadió su corazón y mente.- quizás fue sólo un saludo de cortesía y nada más. El semestre ya terminaba y no le quedaba mucho por hacer más que verla pasar día a día. Evitarla fue su opción, regresar a casa rápidamente y enterrar la ilusión.

II


   Ella caminaba junto a sus amigas todos los días después de clases por un pasillo que conducía hacia la salida; un hombre que esperaba sentado a sus amigos la distraía y ponía nerviosa cada día que caminaba por ese pasillo. Ella era tímida y no se atrevería quizás nunca a hablarle, por lo que además intimidada por aquel sujeto de mirada penetrante corría rápidamente la vista cuando notaba que era observada, su nerviosismo provocaba distracción hacia lo que conversaban sus amigas, por lo que solía cambiar drásticamente el tema y comentar acerca de lo que harían el fin de semana de forma fluida pero distraída; de alguna forma pretendía evitar sospechas sobre la intrigante atracción que el hombre de la banca le producía.

   Mientras caminaba con sus amigas recordó repentinamente ya a unas cuadras de la universidad, un certificado que debería haber pedido y que no podría olvidar. Despidiéndose de sus amigas regresó apresurada a la institución; caminando distraída y preocupada del documento olvidado no notó que frente a ella venía aquel hombre de la banca caminando a paso lento. Su presencia le fue imposible de ignorar una vez lo tuvo casi a su lado, instintivamente lo miró directo a sus ojos y su mente se paralizó al ver que él la miraba fijamente. – "Hola" – fue lo primero que su colapsado cerebro le permitió decir mientras continuaba caminando y pasaba a su lado a prisa. – "Hola" -  respondió él mientras ella se alejaba.

   El día terminaba y ella llegando a su casa aún nerviosa por el fortuito encuentro con aquel hombre, se disponía a descansar mientras pensaba en que aquel “hola” se podría significar un paso para conocer a ese hombre y saber quién era. Tan sólo esperaba no haberlo espantado.

   El día siguiente fue normal, pero algo la inquietaba, de forma extraña quería terminar luego la jornada para ver a aquel hombre en la banca. Aquella atracción se había transformado en algo más después de aquel encuentro, y es que su voz le había calado todos los sentidos. Esperaba con ansias verlo sentado allí y sonreírle cuando sus miradas se cruzaran.

   Salió de la sala de clases junto a sus amigas; la conversación era interesante y mantenía parte de su atención ocupada. De vez en cuando desviaba la mirada para ver que tan lejos estaban de aquella banca donde siempre estaba él. Intercambió un par de palabras y volteó nuevamente. Estaba allí al igual que todos los días, pero no la observaba; se había distraído con un amigo que le saludaba. La voz de su amiga le hizo volver la vista y continuar caminando sin volver a mirarlo.


   Sintió angustia de no haber podido saludarlo en esa ocasión, pero no se preocupaba de más ya que sabía que lo volvería a ver. Pretendía conseguir de él alguna forma de contacto ya que el semestre estaba pronto a terminar. De esa forma lo buscó cada día en aquella banca pero con mala fortuna no lo volvió a ver. –Quizás lo espanté – pensó pesimistamente – sí, eso debió ser.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Palabras

¿Qué decimos cuando amamos?

Cada instante de tu piel me está diciendo cientos de palabras indecisas y entorpecidas por sí mismas. No sé cómo contestarlas, no sabré qué decirles hasta que me atreva a tocarlas, a besarlas...

Comenzaré por susurrarles, tierno y silencioso, esperando que comprendan mis intenciones: "Te deseo". Una sonrisa y tu piel me responde, el deseo es correspondido y en aquel momento es dejado en libertad, no hay nada más que reine entre nosotros. Podría decirte cuánto te amo, pero no, sólo te deseo.

Tu calor aún tiene algo que decirme, yo sonrío y respondo; mis palabras ya no son tiernas y con ellas te desnudo. Mis manos muerden tu cuerpo y te escucho besándome.

Palabras, palabras, ¡PALABRAS! y más palabras que recorren nuestra habitación de mí hacia ti y de ti hacia mí, cada una diciéndole al otro qué hacer, pidiendo un poco más, exigiéndole que no se detenga.

En este momento te comprendo; tus gestos son gloriosas palabras saturadas de razones para seguir, las oigo claramente. Tus manos, tu respiración, tus movimientos, tu cuerpo entero me habla y me pide amar.

Cuando estamos así, amándonos, entiendo cada una de tus palabras, las escucho y obedezco, no necesito nada más. Pero cuando pase esta noche ya no entenderé más, las palabras que dices con tu voz son confusas y me alejan de ti. Cuando hablas con tu cuerpo es cuando me muero de ganas por oírte y obedecerte.