ESA TONTA ILUSIÓN
Por Hoskar Silva.
I
El Sol se escondía, dejando una tenue luz de
atardecer. La extensa jornada de estudio universitario había terminado por fin.
Ella caminaba segura junto a sus amigas por los pasillos del recinto; su pelo
largo y oscuro se movía al compás de sus pasos; su piel blanca se oscurecía de
forma precisa ante los pocos rayos de Sol que se filtraban entre los edificios.
Sonreía mientras comentaba con sus amigas lo que haría el fin de semana que se
avecinaba. Sonreía sin darse cuenta que era observada.
Él, sentado en una banca ya se había dado
cuenta que pasaba por ese lugar cada día, y era posible verla ese día a esa ora
precisamente. La observaba con especial atención y sonreía. Para él era una
perfecta obra de arte; un ángel que se la había permitido vagar por esta tierra
para enseñarle su belleza. Su vista estaba fija, no escuchaba lo que sus amigos
le decían y tampoco pensaba nada más que no se tratara de ella. Su corazón
parecía acelerarse y algo en él no funcionaba; dentro de un instante paralizado
podía mirarla en su inmensa belleza y se deleitaba sin entender como sus amigos
babosos por las otras mujeres que pasaban ignoraban a aquella que hace unas
semanas le había robado el corazón.
La primavera comenzaba y el ambiente estaba
plagado de amor. Pero para él hablar de amor le parecía muy precipitado; además
de que ya a sus adultos veintidós años, pensar en estas cosas era volver a la
pubertad cuando las hormonas superaban a la razón y entorpecían sus actos. Pero
si no era amor, ¿Qué sería?, se preguntaba; seguramente lo más parecido a ello.
Su silueta se había perdido entre los
cientos de estudiantes que a esa hora salían del recinto. Dio un agotado
suspiro y de un solo movimiento se puso de pie comenzándose a despedir de sus
compañeros y amigos. Caminó solo hacia la salida y emprendió el camino de
regreso a casa. Tras recorrer un par de cuadras a pie vio que frente a él y en
el sentido contrario venía caminando a paso apresurado ella; no pudo evitar
detener su andar para ver como pasaría a su lado sin notar que allí estaba.
Allí venía, con su mirada fija al frente; mirada que permitía a sus ojos
enseñar todo su esplendor. Unas pestañas perfectamente encrespadas cuidaban de
unos ojos brillantes y almendrados, levemente delineados tornaron hacia los
suyos y cruzaron miradas. – "Hola" – dijo ella sonriente mientras
pasaba a su lado, dejándolo completamente sin palabras. – “hola” – balbuceó
nerviosamente él mientras la muchacha se alejaba a prisa. Una alegría invadió
su cuerpo y mente, lo había reconocido, no era “uno más”.
Alegre llegó a su casa preparado para
descansar; no quería esperar, deseaba que ya fuera mañana para volver a verla y
escuchar esa dulce voz lanzando un “hola” a su esperanzado corazón.
Despertó más temprano de lo habitual y antes
del tiempo acostumbrado ya estaba listo y preparado para comenzar su día
universitario. Algo lo impulsaba a llegar temprano, a terminar lo más pronto
sus clases y esperar a que pasara ella. No lo quería aceptar pero algo más que
una simple atracción era lo que esa mujer provocaba en él. Aquel “hola” había
terminado de encender en él la llama que le daría fuerzas para hablarle y
quizás tratar de conquistarla.
El día entero fue desesperante, sólo un
minuto antes del término de la última clase pudo relajarse. Se dirigió hacia la
banca de donde la vería pasar mientras esperaba la salida de algunos de sus
amigos. Se sentó cómodamente con la mirada atenta hacia el fondo del pasillo,
por donde comenzaba a salir el grupo de mujeres que estaban en la misma clase
que ella. Después de ver pasar unas cuantas, ninguna más atractiva que la que
esperaba; acompañada igual que siempre de sus amigas se dejó ver ella. La
miraba fijamente esperando que sus miradas se cruzaran para sin vacilar
sonreírle y saludarla.
Uno de sus amigos le golpeó el hombro y le
saludó distrayéndolo por un instante de su amada. Volvió rápidamente la mirada
y ella continuaba allí, caminando sin dirigirle la mirada, paso continuo sin
detenerse hasta perderse nuevamente entre los estudiantes que salían. ¿Qué
había pasado?, una desilusión invadió su corazón y mente.- quizás fue sólo un
saludo de cortesía y nada más. El semestre ya terminaba y no le quedaba mucho
por hacer más que verla pasar día a día. Evitarla fue su opción, regresar a
casa rápidamente y enterrar la ilusión.
II
Ella caminaba junto a sus amigas todos los
días después de clases por un pasillo que conducía hacia la salida; un hombre
que esperaba sentado a sus amigos la distraía y ponía nerviosa cada día que
caminaba por ese pasillo. Ella era tímida y no se atrevería quizás nunca a
hablarle, por lo que además intimidada por aquel sujeto de mirada penetrante
corría rápidamente la vista cuando notaba que era observada, su nerviosismo
provocaba distracción hacia lo que conversaban sus amigas, por lo que solía
cambiar drásticamente el tema y comentar acerca de lo que harían el fin de
semana de forma fluida pero distraída; de alguna forma pretendía evitar
sospechas sobre la intrigante atracción que el hombre de la banca le producía.
Mientras caminaba con sus amigas recordó
repentinamente ya a unas cuadras de la universidad, un certificado que debería
haber pedido y que no podría olvidar. Despidiéndose de sus amigas regresó
apresurada a la institución; caminando distraída y preocupada del documento
olvidado no notó que frente a ella venía aquel hombre de la banca caminando a
paso lento. Su presencia le fue imposible de ignorar una vez lo tuvo casi a su
lado, instintivamente lo miró directo a sus ojos y su mente se paralizó al ver
que él la miraba fijamente. – "Hola" – fue lo primero que su
colapsado cerebro le permitió decir mientras continuaba caminando y pasaba a su
lado a prisa. – "Hola" -
respondió él mientras ella se alejaba.
El día terminaba y ella llegando a su casa
aún nerviosa por el fortuito encuentro con aquel hombre, se disponía a
descansar mientras pensaba en que aquel “hola” se podría significar un paso
para conocer a ese hombre y saber quién era. Tan sólo esperaba no haberlo
espantado.
El día siguiente fue normal, pero algo la
inquietaba, de forma extraña quería terminar luego la jornada para ver a aquel
hombre en la banca. Aquella atracción se había transformado en algo más después
de aquel encuentro, y es que su voz le había calado todos los sentidos.
Esperaba con ansias verlo sentado allí y sonreírle cuando sus miradas se
cruzaran.
Salió de la sala de clases junto a sus amigas;
la conversación era interesante y mantenía parte de su atención ocupada. De vez
en cuando desviaba la mirada para ver que tan lejos estaban de aquella banca
donde siempre estaba él. Intercambió un par de palabras y volteó nuevamente.
Estaba allí al igual que todos los días, pero no la observaba; se había
distraído con un amigo que le saludaba. La voz de su amiga le hizo volver la
vista y continuar caminando sin volver a mirarlo.
Sintió angustia de no haber podido saludarlo
en esa ocasión, pero no se preocupaba de más ya que sabía que lo volvería a
ver. Pretendía conseguir de él alguna forma de contacto ya que el semestre
estaba pronto a terminar. De esa forma lo buscó cada día en aquella banca pero
con mala fortuna no lo volvió a ver. –Quizás lo espanté – pensó pesimistamente
– sí, eso debió ser.